En su texto The Beholding Eye, D.W. Meinig explora una definición ampliada del paisaje a través de un análisis de las diversas maneras en que vemos el paisaje y las complejidades de la relación humana con él. Escribe que un paisaje está «compuesto no sólo de lo que está ante nuestros ojos, sino de lo que hay dentro de nuestras cabezas”, por tanto, el espectador incorpora sus propias creencias, valores, esperanzas y temores. Meinig establece diez formas diferentes de ver el paisaje como:
Naturaleza: en medio de todo está el hombre minúsculo, superficial, efímero, subordinado.
Hábitat: lo que vemos ante nosotros es que el hombre trabaja continuamente en una relación viable con la naturaleza.
Artefacto: la tierra es una escenario, donde todo está amueblado con los efectos del hombre tan extensamente que no se puede encontrar un trozo de naturaleza prístina.
Sistema: cada mente ve un río no como un río, sino como un eslabón en el circuito hidrológico.
Problema: la evidencia se cierne sobre casi cualquier punto de vista: colinas erosionadas, ríos de inundación, bosques destrozados.
Riqueza: la mirada de un tasador, asignando un valor monetario a todo lo que ve.
Ideología: toda la escena como símbolo de valores, las ideas gobernantes, las filosofías subyacentes de una cultura.
Historia: un complejo registro acumulativo de la naturaleza y el hombre.
Lugar: cada paisaje es una localidad, una pieza individual en el infinitamente variado mosaico de la tierra.
Estética: Hay algo cercano a la esencia, de la belleza y la verdad, en el paisaje.
El paisaje, por lo tanto, tiene poderosos componentes físicos, ambientales, económicos, culturales, psicológicos y estéticos.
Meinig, D. W. «The Beholding Eye: Ten Versions of the Same Scene.» In The Interpretation of Ordinary Landscapes: Geographical Essays, edited by D. W. Meinig and John Brinckerhoff Jackson. New York: Oxford University Press, 1979.
Texto completo:
Meinig, D. W. «The Beholding Eye: Ten Versions of the Same Scene.»